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El confinamiento nos ha mantenido en nuestras casas, con ganas de salir, disfrutar del aire libre, de la compañía de nuestra gente y de las actividades que nos alegran la semana.

Lydia, directora de la academia de baile DENA BILBAO, nos habla de las primeras semanas con desconcierto ante una situación sin precedentes: “Era la primera vez en 17 años que se paraban las clases de danza en la escuela y fue un shock para todos.”

Para Mónica, monitora de fitness, el principio fue un poco duro. Le pilló, como a todos, de sorpresa, y los primeros días “estaba desubicada, no sabía cómo afrontar un cambio así”. Las clases online fueron una buena manera de volver a conectar, “cuando empezamos con los vídeos me sentía más cerca de mis alumnos/as”.

También lo fueron para Gonzalo, uno de los profesores de danza, que nos cuenta que hacer vídeos de baile para mandarlos a los alumnos “nos daba esperanza y nos hacía recordar la rutina y activarnos un poco”. Durante el confinamiento “poner la música y bailar es lo que me hacía estar presente y desconectar de lo que pasaba fuera” añade Lydia.

Internet ha tenido una gran importancia en este confinamiento, aunque, como nos comenta la madre de Alazne, una de las alumnas de DENA, a pesar del soporte on line, las clases presenciales no tienen color. “No ha sido fácil, pero el objetivo estaba claro: colaborar para mejorar la salud de todos”. En su caso “son adolescentes y entendían bien las circunstancias, lo han llevado mejor que los adultos. Mi hija ha estado bailando todos los días”, eso sí, echan de menos el grupo, las risas, el baile, “el contacto humano es irremplazable”. En el caso de Irati y Asier, de 7 y 10 años, lo han llevado bien pero “ha sido un poco aburrido. Me preocupaba mi ama, que es enfermera”. Ambos han echado de menos poder realizar la actuación de fin de curso, y mientras tanto han aprovechado para bailar en casa.

Este tiempo de confinamiento ha servido para acostumbrarse -o no- al teletrabajo, y para llenar las horas con nuevas actividades y aficiones. No ha podido faltar un poco de ejercicio físico para liberar tensiones, relajarnos y desconectar. Para Eneko, profesor de break dance, “la danza siempre ha sido una vía de escape, y en esta ocasión mucho más, el breaking me ha servido para evadirme de las malas noticias y poder desconectar.”

Para Diego, monitor de danza urbana de alumnos/as de todas las edades, el principio fue una especie de descanso, “este año había sido potente en DENA y pensé: sácale el lado positivo”. Aunque dice que le duró poco. “Acostumbrado a la gente, a estar sin parar… Cuando ocurren este tipo de cosas valoras más lo afortunado que eres por trabajar en lo que te gusta.” Así que bailó en casa, hizo vídeos para las redes y para sus alumnos y alumnas…, “cualquier vía de escape relacionada con seguir conectado me servía”.

En esto coinciden también los alumnos, Susana, Diego y Lourdes, que han echado en falta el ambiente, profesores y compañeros de sus actividades. “Me apetece bailar con mis compañeras y pasarlo en grande” nos cuenta Diego, uno de los alumnos de las clases de su tocayo. Para Susana, el confinamiento fue duro, con el tiempo se calmó un poco, pero ha extrañado las clases, “cada vez que oía una canción y tenía ánimo intentaba recordar los pasos. Lo que más me apetece es volver a un sitio con muy buen rollo y muchas risas.” 

Lourdes es una de las muchas personas que han pasado el confinamiento trabajando, y a quien le afectaba la presión del trabajo y la soledad de las calles. “De un día para otro desapareció mi espacio para relajarme y cuidarme al mismo tiempo.” En su caso, el hogar no ha sido lugar para actividades físicas, “no he podido hacerlo, necesito a mis monitores, echo de menos a la caña que dan y el ambiente.”

La situación también ha podido tener su parte buena y hemos podido dedicarnos más a nosotros. “El rato que dedicas a entrenar te libera también de forma psicológica, ante tanta inquietud”, nos cuenta Mónica, “es cuestión de adecuarse a la nueva situación e intentar equiparar lo físico con lo mental”. 

Para la madre de Haixezka, tenerla en casa ha sido “genial, lo malo es que teníamos que ser más ingeniosos, para quitar el aburrimiento. El no ir a las clases lo ha notado muchísimo” así que han tenido baile y patinaje en casa, con la ayuda de videojuegos, YouTube o TikTok. Lo que más ha echado de menos son las amigas, los grupos de baile, el aprender cosas nuevas, el “ama ya me sale el paso que me han enseñado…”

Algo con lo que coinciden los profesores, como Diego: “Una parte increíble de este trabajo es que socializas todo el día, creas vínculos con la gente con la que estás a diario y eso te ayuda a ir con ganas cada día y por supuesto es lo que más se extraña. Así que lo que más me apetece de volver no es bailar, sino compartirlo con cada persona que viene a la escuela.”

Igual que Eneko, que ha echado de menos poder estar con su familia y amigos, y poder juntarse de nuevo con mis alumnos para disfrutar del breaking, y Gonzalo: “Lo que más me apetece de las clases es la participación e interacción con los alumnos, poder ayudarles personalmente.”

Para Lydia, lo mejor es la sensación de entrar en clase, poner la música y “ver cómo un montón de personas (y personitas) comparten la pasión por la danza, cada tema musical, cada nuevo paso, creo que es algo que se intensifica cuando lo compartes con la gente”.

Por eso, nos cuenta el equipo de DENA, tienen muchísimas ganas de volver, y un montón de ideas para que este año sea único. “Hemos pasado algo histórico, así que la vuelta debe estar a la altura.”

El 1 de septiembre, ¡DENA BILBAO vuelve a la carga!

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